Fauna vecinal: ¿qué tipo de vecino es el tuyo?

Convivencia y seguridad

En toda comunidad de vecinos existe una variada fauna de ejemplares vecinales por todos reconocibles capaces, muchas veces, de superar los estereotipos. La convivencia no siempre es fácil pero sin ellos la vida no sería lo mismo en nuestra finca. Suelen dejar huella de manera que su ausencia se nota cuando se mudan. Si no lo hacen, no te queda otra opción que aprender a vivir con ellos. Hemos seleccionado algunos de estos tipos de vecinos. Son todos los que están pero no están todos los que son. ¿Cuáles de estos tipos de vecino reconoces en la tuya?

¿Qué vamos a ver?

El vecino Bricomanía

Es aquel que un sábado deja de echarse a siesta o decide madrugar un domingo porque le urge mover todos los muebles de la casa o colgar una estantería. Al principio, ingenuo de ti, piensas que rematará pronto la faena y podrás retomar el sueño, ya que aún no te has despejado del todo. Al ver que tu vecino no da por terminada su obra y parece estar colgando el Guernica en la pared de su salón, intentas ahogar el sonido con la almohada envolviendo tu cabeza a riesgo de quedarte sin oxígeno. El final todos lo conocemos: acabas levantándote con el pie torcido, desayunas, enciendes la tele, la apagas porque no puedes oír nada y le deseas a tu vecino que los técnicos de mantenimiento de la comunidad le den de su propia medicina algún día al lado de su puerta.

El vecino discoteca

Tú eres un buen vecino y respetas las normas de convivencia. En ocasiones hasta te cuesta escuchar la televisión a altas horas de la noche por no querer molestar a la abuelita que vive en la puerta de al lado. Sin embargo, en toda comunidad de vecinos hay alguien incapaz de escuchar su música sin superar los decibelios de un concierto de los Rolling Stones. Este ejemplar de vecino es tan generoso que quiere que su alegre ritmillo suba por el patio de vecinos e incluso atraviese los muros de tu casa haciendo temblar los cristales de las ventanas. Te planteas hasta poner a salvo la cristalería fina de tu regalo de bodas. La parte positiva es que este vecino hace las veces de hilo musical de la comunidad, pero tiene la desventaja de que rara vez coincide con tus gustos y tiende a escuchar en bucle la misma canción durante horas o días. Un consejo es dejarle en el buzón una lista de canciones como sugerencia.

El niño de la canica

Ese inconfundible retumbo de la canica contra el suelo en mitad de la noche es un clásico vivas en el piso que vivas (algo espeluznante si te alojas en el ático, eso sí). Cuando lo escuchas hay dos preguntas que pueden venirte en la cabeza: A: ¿Qué hace ese niño jugando a estas horas de la noche? o B: ¿Los de arriba tienen niños? La primera puede que venga seguida de unos atronadores correteos en el piso de arriba como si de una manada de elefantes escapando de una habitación a otra se tratara. Miras el techo como si fueras Nicole Kidman en Los Otros viendo balancearse la lámpara de araña. Si por el contrario te preguntas lo segundo, el inquietante “clan-clan” de la canica te dará un escalofrío que recorrerá todo tu cuerpo. ¿Quién tira la canica? Acabas tranquilizándote pensando que es una tubería vieja. El que no se consuela es porque no quiere.

El amigo de los animales

En este caso existen dos vertientes: el que monta un zoo en su casa o el que tiene a la mascota asilvestrada. El primero nunca ve el límite a la hora de meter animales en casa, ya sean comunes o exóticos. Famoso es aquel que recoge de la calle a toda una generación de gatos y los aloja en su piso. Piensas que quizás quiera combatir una plaga con ayuda de los mininos. Pero no, tiene una especie de síndrome de Diógenes gatuno. Su particular coleccionismo no tendría por qué importarte si no fuera porque sus gatos “te miran mal” a través de la ventana.

La otra vertiente (mascota asilvestrada) es, por el contrario, menos llevadera. Este tipo nunca considera suficientemente alto el ladrido de su perro para hacerlo callar. No puedes comprender cómo puede permanecer impasible en la misma habitación que el animal cuando tú estás a punto de perder la paciencia.

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El vecino masterchef

Tener a este vecino en el piso de abajo es lo más parecido a vivir encima de la salida de humos de un restaurante. Es un cocinillas y su actividad en los fogones no conoce límites. Puede resultar incómodo por dos motivos: el exceso de especias puede hacer que el olor se impregne en tu hogar y en las zonas comunes sin que puedas liberarte de él durante horas, ni siquiera con la ayuda de los servicios de limpieza de la comunidad. El otro motivo es que el buen olor de su comida te provoque hambre en el momento en el que tu nevera sólo contiene medio limón y botellas de agua.

El vecino gorrón

No necesita mucha explicación, ya que es uno de los principales vecinos a evitar. Empieza pidiendo una pizca de sal. Cuando ya se gana tu confianza, te pide un huevo porque no le ha dado tiempo a pasar por el supermercado. Después, te pedirá un martillo o unos alicates y cuando estos préstamos se conviertan en algo habitual, acabarás dándole tu clave del Wifi.

El que todo lo sabe

Hace las veces de sistema de videovigilancia de la comunidad pero a través de su mirilla o con miradas más o menos discretas por el hueco de la escalera. Siempre escucha y siempre tiene noticias frescas. Si algún vecino lleva tiempo sin aparecer por la comunidad o hay caras nuevas en la misma, acude a él si quieres información más contrastada que la del mismo conserje.

El vecino moroso

Por unas causas o por otras, nunca lleva al día los pagos de la comunidad de vecinos y, peor aún, saluda como si nada a cualquiera con que se cruce por la escalera. Muchas veces son los que más se resisten en pagar, pero los primeros en pedir cuentas a la comunidad cuando necesitan un fontanero, un electricista o tienen una plaga de palomas que acecha su balcón. A la hora de actuar con estos vecinos, seamos civilizados: nada de gritar “¡moroso!” por el patio de vecinos. Es más aconsejable optar por la diplomacia y la empatía en caso de problemas económicos graves y hablar con el Presidente y con el Administrador de Fincas para ofrecerle una modalidad de pago especial. En una situación más extrema, conviene llevar el caso al terreno legal, privarle del derecho a voto en las juntas, visibilizar su morosidad y, si no hay acuerdo amistoso, llevarlo al Juzgado de Primera Instancia.

El vecino presidente vitalicio

Se agarra al puesto de presidente de la comunidad como si no hubiera mañana. Ni los mismos GEO serían capaces de despegarlo de su trono vecinal. Para él es algo vocacional y se resiste al cambio porque no considera a ningún otro vecino capaz de desempeñarlo tan bien como él. Como presidente, consigue tener bajo control todo lo que sucede dentro de la finca cruzando, en ocasiones, los límites entre la propiedad privada y las zonas comunes. Este tipo de presidente hace más vida en estas últimas que en su propio piso.

El vecino multifunción

Ya sea para cambiar una bombilla, arreglar el jardín, ocuparse de asuntos legales, sentarse en la silla de socorrista o desactivar una bomba bajo la escalera, este vecino siempre se ofrece voluntario. No deja de sorprenderte con su polivalencia y siempre recurres a él cuando necesitas hacer alguna “ñapa” en casa. A pesar de que su parche te sirve como solución temporal y finalmente necesitas la de un profesional, no te puedes resistir a volver a recurrir a este vecino cuando surge un nuevo imprevisto.

El vecino furioso

Tiene mucho tiempo libre o pocas ganas de ser feliz porque siempre hay algo que le molesta en lo relacionado con los vecinos o la comunidad de propietarios. Suele ser uno de los primeros que llegaron a la finca y esa antigüedad le ha llevado a tomar un rol de ama de llaves con el que quiere controlar todo. Mira con desconfianza a cualquier nuevo inquilino y más aún a los que están en alquiler. Si tú eres alguno de los tipos de vecinos nombrados anteriormente, éste te lo hará saber y quizás te retire el saludo en la escalera.

El buen vecino

Aunque siempre nos acordamos más de los vecinos anteriores, por suerte abundan aquellos que nos hacen la convivencia más fácil. Son estos que asisten a las reuniones de vecinos, pagan rigurosamente sus cuotas y no se interesan más de la cuenta por las vidas ajenas. Siempre saludan, lanzan preguntas abiertas en el ascensor, aceptan regarte las plantas o cambiarle la arena a tu gato durante tus vacaciones, respetan las zonas comunes… pero, sobre todo, viven y dejan vivir.

Ahora cuéntanos, ¿qué tipo de vecino eres tú? ¿Echas alguno en falta?

ahorrar en la comunidad de vecinos

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    • Hola José Ángel,
      En nuestra lista puedes encontrar al presidente vitalicio aferrado a su trono vecinal. Al que echamos nosotros en falta es al vecino «pues esto mi cuñado…»
      Pues esto mi cuñado lo arregla con un par de alcayatas, pues esto mi cuñado le planta una denuncia, pues esto mi cuñado le echa unos polvitos matabichos por las esquinas… Sería una variante en tercera persona del vecino multifunción.

  1. MUy bueno…. ha llegado aquí consultando cosas de la LPH porque ahora soy presidente y nadie me ha dicho ni mis obligaciones, ni derechos ni…
    Por eso os agradezco esta fuente de información…
    Muchas gracias y me guardo vuestra página para acudir a ella.
    Un saludo cordial

  2. Debby Teresa Luque Vargas

    En mi comunidad vivimos una dictadura que no la merecemos entre el admistrador y 5 propietarios que quieren gobernar y hacer lo que ellos dicen. Queremos hechar al administrador ya veremos si podemos. Ahora están haciendo una derrama que nos costará pagar 80 euros mensuales por 10 años. Nosotros que somos minoría, queremos hacer la derrama con ascensor y no quieren. Hay personas de más de 70 años y discapacitados y no hacen caso. Estamos cansados de los abusos. Nos vamos a tener que ir a juicios y eso no podemos por el costo. Estamos desesperados.

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